Cómo preparo un curso
El éxito de un curso depende en gran medida de los conocimientos que se tengan en la materia impartida y de las cualidades y experiencia para la docencia, pero me parece fundamental una buena preparación del mismo.
Al preparar un curso, hago un “ensayo” de cómo podría ser. Voy redactando y organizando los contenidos teóricos, y preparando los ejercicios que ayudarán a los alumnos a asimilar los contenidos.
Durante este proceso, casi sin querer, voy identificando cuales son las prioridades y los objetivos a cubrir, el orden que considero más beneficioso, y toda una serie de detalles que creo relevantes para que se obtengan los mejores resultados.
Cuando organizo todas estas consideraciones en un documento, para que queden reflejadas por escrito, estoy creando una Programación didáctica del curso.
Las 7 Partes en las se organiza una programación didáctica
- Objetivos
- Resumen de contenidos
- Secuenciación
- Actividades
- Metodología didáctica
- Recursos
- Evaluación
1 – Objetivos
Los defino al principio de la preparación del curso, poniéndolos por escrito de forma concisa, de tal manera que me sirven para hacer un tanteo de hasta dónde quiero llegar.
Pero curiosamente, durante la preparación del propio curso, muchas veces aparecen nuevas consideraciones o puntos de vista de las que no era consciente antes de empezar a prepararlo, que matizan, amplían reorientan y mejoran la redacción inicial de los objetivos.
Suelo ir revisando los objetivos del curso de manera constante, especialmente al finalizar la preparación del curso, para valorar si son los mismos que se definieron al principio, y si se están cubriendo adecuadamente.
2 – Resumen de contenidos
Son el listado de las distintas partes en las que quiero organizar el curso, y no pueden faltar en la publicación de éste, porque es la manera más habitual que tienen los alumnos para decidir si un curso es o no de su interés.
Como docente, me ayudan a estructurar la materia que quiero impartir, y a dosificar los tiempos y el esfuerzo dedicado a cada uno de los apartados.
Es bueno que los contenidos estén desarrollados con el mayor detalle posible, ya que servirán a todos para hacer un mejor seguimiento de la materia impartida. Lo malo es cuando se toman al pie de la letra. Tanto el docente como el alumno deben ser conscientes de que cada curso, cada grupo y cada situación son diferentes, y siempre es mejor que los contenidos sean una guía y no una imposición.
3 – Secuenciación
Es el orden en el que decido impartir los contenidos. Es la parte de la programación que más modifico de un curso a otro, y con la que más experimento siempre que puedo.
No recuerdo haber encontrado nunca una materia donde haya un orden claramente identificable para impartir contenidos, ya que la mayoría de ellos son complementarios entre sí, se apoyan unos en otros, y nunca estoy 100% seguro de que es mejor colocar antes y que después.
Además, no todos aprendemos igual, hay quien prefiere ir de lo concreto a lo general, y hay quien prefiere hacerlo al contrario. Cuando aprendemos, la mayoría preferimos ir de lo simple a lo complejo, pero no siempre es lo mejor, ni todo el mundo está de acuerdo en ello.
4 – Actividades
Es la parte en la que los alumnos toman parte “activa”, realizando alguna práctica o ejercicio durante el cual puedan surgir dudas que ayudan, tanto a aclarar conceptos, como a formular otros conceptos nuevos.
Para mí es la parte más difícil de todas las del curso, ya que se suele preferir que éstos vayan bastante cargados de contenido teórico, con lo que la mayor parte del tiempo de impartición es del tipo “expositivo” donde el alumno suele comportarse de forma menos activa, planteando dudas de forma mucho más puntual.
Creo que es la parte en la que más se pueden mejorar los cursos en general. Por mi parte trato de compensar una posible falta de actividades durante la clase, con propuestas de ejercicios para hacer fuera de clase.
Para todo el que quiera empezar un curso próximamente, un buen consejo es que reserve unas horas de su tiempo, aparte de las puramente lectivas, para poder practicar lo aprendido en clase y multiplicar el aprovechamiento del curso. Para saber cuántas horas reservar, una buena medida podría ser, tantas horas de práctica en casa a la semana como horas lectivas.
5 – Metodología didáctica
Hay varias, pero en general la más utilizada es la expositiva, como se comenta en el apartado anterior, donde el profesor “expone” la materia y el alumno la “recibe”.
Es la que yo suelo utilizar. A pesar de que queda matizada y suavizada porque el curso se realiza a partir de una sucesión de ejercicios prácticos, en el fondo es una variante de una metodología de tipo expositivo.
En el camino de descubrir una metodología más activa, he descubierto la “metodología de aula invertida” mediante la cual, el alumno “al adquirir en casa los conocimientos necesarios luego los podrá aplicar en el aula realizando actividades de profundización mediante proyectos y trabajo cooperativo” (extraído de Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Aula_invertida).
6 – Recursos
Es una recopilación de los materiales necesarios para el seguimiento del curso y que se debe entregar al alumno cuanto antes para que se familiarice con ellos. En mis cursos se trata de los archivos digitales que se van a utilizar o que complementan al resto.
Una cosa que hago siempre que puedo, es invitar a los alumnos a aportar otros recursos o materiales que conozcan o hayan descubierto durante el curso. Personalmente me alegra y me motiva un montón ver cuando los alumnos se implican para añadir cualquier material por sencillo que sea.
7 – Evaluación
Lo primero que habría que preguntarse es ¿qué hay que evaluar?
La respuesta obvia es: a los alumnos. Para ellos suelo preparar un cuestionario y/o la realización de un ejercicio práctico. De esta manera los alumnos toman conciencia de su nivel de aprovechamiento del curso, y también es un buen momento para detectar alguna laguna o algún concepto que ha quedado sin exponer
Por otro lado, también es necesario que el profesor evalúe su propio trabajo. En mi caso lo hago revisando el cumplimiento del programa, tomando nota de los aspectos a mejorar.
Conclusiones
La redacción de una programación didáctica me ayuda a reforzar mi compromiso con la formación que voy a impartir, y además me sirve para comunicar a los alumnos la estructura del curso, y establecer un mejor contacto con ellos.
El tiempo invertido en preparar una programación, se materializa directamente en un curso de mejor calidad, pero además es un tiempo que recupero con la preparación del siguiente curso.
Una cosa más. Cuando vuelvo a impartir un curso del que ya tengo hecha una programación, siempre la reviso, ya que siempre puede mejorarse, y no sólo hará que el curso sea de mejor calidad, si no que cada curso será diferente al anterior, estimulando mi motivación como docente.